lunes, 7 de marzo de 2011

SELECCIÓN DE JUAN GUSTAVO COBO BORDA...

SILVINA OCAMPO

EDUARDO CARRANZA
CARMEN CONDE


Eduardo Carranza
(Colombia, 1913-1985)

Galope súbito

A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo
con su aroma lascivo, una campana,
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venda oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtaxis,
una falda de cámbulos
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval,un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir punto.

A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un ejambre o relámpago,
un súbito galope:
es es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.



CARMEN CONDE
ESPAÑA, 1907-1996)



Primer amor

¡ Qué sopresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado, sin que nunca
Un ligero esperar pormetiera la dicha,
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
Que te empuja de espaldas,
Te derriba a un abismo
Que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y sólo abismo
De ti hasta la muerte!
¡Tus brazos!
Son tus brazos los mismos de otros días,
Y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido,
De cosas que tú ignoras,
De mundos que lo mueven...
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y sensible
Que un vaho lo pone turbio
Y un beso lo traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos
Que toda cuanta eres cayeras como lumbre
En un grito sin cifra,
desde una cordilledra gritada por la aurora?

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
Que estrenas con la vida reciédn brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca,!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
Para quemar el cielo subiéndole la tierra.

SILVINA OCAMPO
(ARGENTINA, 1903-1994)

Si soy en vano ahora lo que fui,
como la blanda y persistente arena
donde se borra el paso que la ordena,
no he sufrido bastante, amor, por ti.

Ah, si me hubieras dado sólo pena
y no la infiel intrépida alegría
tu crueldad no me lastimaría,
no podría apresarme tu cadena.

Quiero amarte y no amarte como te amo;
ser tan impersonal como las rosas;
como el árbol con ramas luminosas

no exigir nunca dichas que hoy reclamo;
alejarme, perderme, abandonarte,
con mi infidelidad recuperarte.

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