Yo sé de corazones verborreicos que sangran heridas desde sus pequeñas bocas, ocultas tras el velo del camuflaje.
Ante una sonrisa sincera se desarman, bajan ese gatillo que se protege en su madriguera para que no nos hagan más daño, porque las pieles y los caparazones para protegernos son realmente muy necesarios en un mundo a la gresca, variopinto y deshumanizado.
El instinto, la intuición se pierden y la mecanización la vileza ganan terreno, casi sin darnos cuenta. Las pasiones muchas veces acaban en el cementerio de la auto-destrucción o la destrucción ajena.
Odios, rencores, envidias. Caminos de mentes estrechas que malgastan la energía en podredumbre y desperdicio humano.
Si cambiamos lo pernicioso por un trueque de cariño y pequeñas cosas que nos hacen más grandes, nuestro mundo y nosotros saldremos ganando.
Ay ay, reflexiones en tecla y con voz alta , mil besos rojos que vuelan hasta ti.
9 comentarios:
Es necesario terminar con las comparaciones odiosas y aceptarnos y aceptar a los demás, sabio texto Sagrario, un placer
saludos
Para seguir comentarios, saludos
Comparto totalmente. Me gusta mucho lo que se expresa aquí.
Yo procuro tener de arma una sonrisa: y de escudo un abrazo.
Sí, yo prefiero hacer el trueque...
Besos de limón dulce.
Magnifica descripción, me ha gustado mucho como expresas nuestros más profundos dramas, al final, soledades sin retorno...
Saludines Pedro un gusto leerte por aquí también.
Rosi me alegra, somos muchos los que preferimos una sonrisa sincera y un corazón abierto a otras opciones mucho más degradantes y pobres para nosotros mismos.
Ay Nines, al final solos, pero con la opción de enriquecer en el camino nuestro aventura por la vida.
Las mejores armas Begoña, las que nos abrazan y no nos hieren.
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